Un caluroso tres de agosto, hará por lo menos quince años, con el asfalto abriéndose en ondas bajo los coches y el Mediterráneo sudando salitre como si fuera el fin del mundo, me fue expedido el carné de conducir.
Tengo que decirte que leo tus textos en una atmósfera de jazz y cigarrillos largos, me pasa siempre. Y luego vas y lo culminas con Suave es la noche y Mr. Scott Fitzgerald. Me has recordado mucho a un vestido blanco que guardo como un tesoro, porque cuenta una historia irrepetible. Y estoy segura de que en este mundo hay al menos una persona que recuerda ese vestido aún más que yo. Gracias por escribir como lo haces.
Me quedo con una frase que has dicho: "que en este mundo hay al menos una persona que recuerda ese vestido aún más que yo". Eso es exactamente lo que quería ❤️ Mil gracias por tus bonitas palabras (y por el jazz que suena de fondo).
No estoy de acuerdo con que dejaste de ser las mujeres que fuiste.. De hecho, la cita del escritor va en dirección contraria con ese « siempre quedará en ní algo de esta noche ». Todas las mujeres que has sido habitan en ti. Bastará un recuerdo, precisamente, para volver a hacerla presente. Y sí: a mí tampoco me ha dicho nadie desde que fui adolescente qué ponerme. Vivo flechazos con la ropa. Si el flechazo amenaza con desangrar mi economía, se queda en el escaparate o el estante. Si no, ya se convierte en parte de mí.
Gilbert, confiesa: algo de sangre tuviste que haber derramado. Tienes demasiado buen gusto para no haber pecado... Un abrazo, con admiración y un pelín de sospecha.
Me he quedado un momento en silencio después de leerte. No por falta de palabras, sino porque las tuyas me han exigido respeto.
Hay textos que no se comentan. Se habitan. Y el tuyo es de esos. Me has llevado al interior de un agosto que no fue mío, pero que pude oler, sentir en la piel, escuchar en los flecos del vestido y en el calor del asfalto ondulando bajo un coche que no llegó a ninguna parte. Y aun así, qué viaje.
Ese vestido no es solo prenda ni recuerdo: es un hilo que une a la que fuiste con la que eres. Un refugio, un manifiesto, una pregunta sin resolver. Y también una forma de resistencia: contra el olvido, contra la sensatez mal entendida, contra la presión de que toda historia tenga que cerrarse del todo.
Me ha tocado especialmente esa confesión final: vestirse no como declaración política, ni por rebeldía, ni para complacer a nadie… sino para alguien concreto. Ese “alguien que ni siquiera lo sospechaba”. Qué verdad tan desnuda. Qué forma tan hermosa de decir lo que casi nunca se dice.
Tu texto no es solo memoria. Es una forma de decirnos que seguimos vivos mientras sigamos recordando cómo queríamos ser mirados. Que la belleza no está en el vestido, sino en lo que permanece —intacto o roto— en quien aún se lo prueba.
Gracias por compartir algo así. Uno no sale igual después de leerte.
No sé si me has leído o me has desenmascarado, pero aquí estoy, sin escapatoria y con una sonrisa que no se me va. Gracias por esa lectura tan generosa.
Como dijo mi adorado Lagerfeld, y ya he citado por aquí alguna vez: “La moda es un juego que hay que tomarse en serio”
Me ha encantado la historia.
Es curioso como una recuerda aquello que llevaba en momentos que, con los años, se convierten en inolvidables -buenos y malos-. Yo conservo más de una prenda que es una historia pegada a mi piel.
Puede que “Blue Lagoon” sea una de mis películas favoritas y que más vi durante mi infancia.
A veces me pregunto si los otros (el que te espera, el que te mira desde lejos) se acuerdan también de lo que llevabas puesto. Si lo recuerdan... ¡victoria! ❤️
Yo me visto para contar(me) una historia. Últimamente, a los 46, me cuento la historia de que soy una gran señora, y así me despojo de la chica que fui, o mejor, ésta se convierte en la mujer que soy ahora.
Leerte siempre me hace pensar en lo que me motiva para hacer esto o aquello, y así hacerlo aún mejor si cabe.
Como diría nuestra adorada Greta: todas llevamos dentro (y nosotras tres, más que nadie) a una gran señora del Ensanche. Tarde o temprano asomará, cada una a su ritmo, pero no tengo duda de que acabaremos las tres en Aquarium tomando auroras y gin fizzs... ¡Lo veo en mi bola de cristal!
Creo que te gustará mucho ese libro. Mi recomendación es empezarlo a final de verano porque tiene un lado bastante oscuro, como casi todas las obras de Scott Fitzgerald.
La mayor ilusión de contar una historia personal es descubrir que otra persona, ese mismo verano, estaba viviendo lo mismo... Me encantan las coincidencias. ❤️ 🥰
Tengo que decirte que leo tus textos en una atmósfera de jazz y cigarrillos largos, me pasa siempre. Y luego vas y lo culminas con Suave es la noche y Mr. Scott Fitzgerald. Me has recordado mucho a un vestido blanco que guardo como un tesoro, porque cuenta una historia irrepetible. Y estoy segura de que en este mundo hay al menos una persona que recuerda ese vestido aún más que yo. Gracias por escribir como lo haces.
Me quedo con una frase que has dicho: "que en este mundo hay al menos una persona que recuerda ese vestido aún más que yo". Eso es exactamente lo que quería ❤️ Mil gracias por tus bonitas palabras (y por el jazz que suena de fondo).
Lo reconozco: desde que te leo he dejado de usar Crocs con calcetines por la calle. Por si te encuentro.
Jajajajajajjajjajaja ME ENCANTAS
No estoy de acuerdo con que dejaste de ser las mujeres que fuiste.. De hecho, la cita del escritor va en dirección contraria con ese « siempre quedará en ní algo de esta noche ». Todas las mujeres que has sido habitan en ti. Bastará un recuerdo, precisamente, para volver a hacerla presente. Y sí: a mí tampoco me ha dicho nadie desde que fui adolescente qué ponerme. Vivo flechazos con la ropa. Si el flechazo amenaza con desangrar mi economía, se queda en el escaparate o el estante. Si no, ya se convierte en parte de mí.
Besos
Gilbert, confiesa: algo de sangre tuviste que haber derramado. Tienes demasiado buen gusto para no haber pecado... Un abrazo, con admiración y un pelín de sospecha.
Jajajaja he derramado hemorragias ;) pero también es de sabios contenerse de vez en cuando.
Me he quedado un momento en silencio después de leerte. No por falta de palabras, sino porque las tuyas me han exigido respeto.
Hay textos que no se comentan. Se habitan. Y el tuyo es de esos. Me has llevado al interior de un agosto que no fue mío, pero que pude oler, sentir en la piel, escuchar en los flecos del vestido y en el calor del asfalto ondulando bajo un coche que no llegó a ninguna parte. Y aun así, qué viaje.
Ese vestido no es solo prenda ni recuerdo: es un hilo que une a la que fuiste con la que eres. Un refugio, un manifiesto, una pregunta sin resolver. Y también una forma de resistencia: contra el olvido, contra la sensatez mal entendida, contra la presión de que toda historia tenga que cerrarse del todo.
Me ha tocado especialmente esa confesión final: vestirse no como declaración política, ni por rebeldía, ni para complacer a nadie… sino para alguien concreto. Ese “alguien que ni siquiera lo sospechaba”. Qué verdad tan desnuda. Qué forma tan hermosa de decir lo que casi nunca se dice.
Tu texto no es solo memoria. Es una forma de decirnos que seguimos vivos mientras sigamos recordando cómo queríamos ser mirados. Que la belleza no está en el vestido, sino en lo que permanece —intacto o roto— en quien aún se lo prueba.
Gracias por compartir algo así. Uno no sale igual después de leerte.
No sé si me has leído o me has desenmascarado, pero aquí estoy, sin escapatoria y con una sonrisa que no se me va. Gracias por esa lectura tan generosa.
Siempre hay que vestirse para quien nos desvela... qué texto precioso<3 <3
Muchas gracias. Un abrazo fuerte de una que también fue una Bauhaus girl. ❤️
Como dijo mi adorado Lagerfeld, y ya he citado por aquí alguna vez: “La moda es un juego que hay que tomarse en serio”
Me ha encantado la historia.
Es curioso como una recuerda aquello que llevaba en momentos que, con los años, se convierten en inolvidables -buenos y malos-. Yo conservo más de una prenda que es una historia pegada a mi piel.
Puede que “Blue Lagoon” sea una de mis películas favoritas y que más vi durante mi infancia.
Un abrazo fuerte, querida
PS. No te deshagas nunca de ese vestido.
A veces me pregunto si los otros (el que te espera, el que te mira desde lejos) se acuerdan también de lo que llevabas puesto. Si lo recuerdan... ¡victoria! ❤️
Se acuerdan, he hecho un estudio riguroso. Confirmado, brindemos 🥂
Yo me visto para contar(me) una historia. Últimamente, a los 46, me cuento la historia de que soy una gran señora, y así me despojo de la chica que fui, o mejor, ésta se convierte en la mujer que soy ahora.
Leerte siempre me hace pensar en lo que me motiva para hacer esto o aquello, y así hacerlo aún mejor si cabe.
Como diría nuestra adorada Greta: todas llevamos dentro (y nosotras tres, más que nadie) a una gran señora del Ensanche. Tarde o temprano asomará, cada una a su ritmo, pero no tengo duda de que acabaremos las tres en Aquarium tomando auroras y gin fizzs... ¡Lo veo en mi bola de cristal!
Para eso solo hace falta marcar una fecha y una hora en el calendario 😉🍸
Me encantó. Todos deberíamos vestirnos y ser como queremos. La opinión ajena no importa
Ojalá...
Me he comprado un vestido negro... Leo tu texto.
Ahora me pregunto para quién es realmente esa tela negra, suave como una dama pompeyana... ¿¿pero qué digo??... Ahhhhh... Jajaja...
Qué poética eres. Tengo que leer Suave es la noche... (Me avergüenza no haberlo leído...)
Creo que te gustará mucho ese libro. Mi recomendación es empezarlo a final de verano porque tiene un lado bastante oscuro, como casi todas las obras de Scott Fitzgerald.
Que bien escribes
Me sonrojo ❤️
Aquél verano del 2010 nos marcó a más de una.
Sigo conservando un vestido, me niego a deshacerme de él.
Hay un trocito de su olor en aquél vestido 🥰
La mayor ilusión de contar una historia personal es descubrir que otra persona, ese mismo verano, estaba viviendo lo mismo... Me encantan las coincidencias. ❤️ 🥰
Tal cual