Ya lo hemos dicho varias veces, pero está claro que tú y yo somos almas gemelas. No me quiero ni imaginar lo que es viajar con niños pequeños... y el carrito, claro. Abrazo fuerte, querida Ana.
Fui azafata de Iberia cuando se pasaban los periódicos, el café y el té. Sonreías a los pasajeros y les ayudabas con el equipaje. Ahora te arrancan las maletas en el finger si ya no caben en cabina y no te dejan coger lo que pudiera ser que necesitas y nada más entrar te dicen que tomes tu asiento "ahora"...dónde, me pregunto, en el suelo? Viajar en avión ya no me resulta agradable, ni el aeropuerto que antes era un lugar mágico para mí, lleno de maletas, viajes y sueños.
Por cierto yo también tengo aletas, un 41, y me encantan mis pies.
Qué época más maravillosa te tocó vivir, cuando viajar era realmente una experiencia y no un invento del marketing. Como le decía a Fátima (pensando que también ella era azafata), cuantas historias podrás contar de aquellos años… Y me ha echo gracia que calcemos la misma talla (a mi también me encantan mis pies).
Yo creía que tenía miedo a volar hasta que me embarqué en un Miami-Madrid, en plena pandemia, con un niño de 3 años, y otro de 6 meses. Sola. Se me caían las lágrimas mientras, una persona de seguridad, me sacaba uno a uno los biberones perfectamente ordenados de la mochila 🫠 Ese día no me faltaba dignidad, lo que me faltaban eran manos, literal.
Volar ha perdido gran parte de su magia y su glamour. Lo que antes era exclusividad, lujo y aventura, se ha convertido en un mercadeo plagado de trampas.
A todo lo que has comentado, yo añadiría la cada vez más frecuente posibilidad de que te cambien o cancelen un vuelo. Incertidumbre añadida a todo lo demás.
Menos mal que hay otros medios. Y menos mal que el destino elegido suele compensar el pequeño suplicio.
Yo ya en la carrera con las Torres! Que genial haber viajado con los Beatles -ahora hay mucho maleducado y no son ni la mitad de la mitad de lo que fueron ellos-
¡Vaya sorpresa saber que entre mis lectoras más asiduas hay varias exazafatas! Pocas profesiones tienen un contacto tan cercano y salvaje con el género humano... ¡Cuántas historias debéis de tener!
Odio volar. Súmale tres niños y el odio se transforma en un deseo de pasar a mejor vida. Hay algo tan poco orgánico en todo el proceso.
Sublime, como siempre Mala.
Ya lo hemos dicho varias veces, pero está claro que tú y yo somos almas gemelas. No me quiero ni imaginar lo que es viajar con niños pequeños... y el carrito, claro. Abrazo fuerte, querida Ana.
Fui azafata de Iberia cuando se pasaban los periódicos, el café y el té. Sonreías a los pasajeros y les ayudabas con el equipaje. Ahora te arrancan las maletas en el finger si ya no caben en cabina y no te dejan coger lo que pudiera ser que necesitas y nada más entrar te dicen que tomes tu asiento "ahora"...dónde, me pregunto, en el suelo? Viajar en avión ya no me resulta agradable, ni el aeropuerto que antes era un lugar mágico para mí, lleno de maletas, viajes y sueños.
Por cierto yo también tengo aletas, un 41, y me encantan mis pies.
Qué época más maravillosa te tocó vivir, cuando viajar era realmente una experiencia y no un invento del marketing. Como le decía a Fátima (pensando que también ella era azafata), cuantas historias podrás contar de aquellos años… Y me ha echo gracia que calcemos la misma talla (a mi también me encantan mis pies).
A mi me gusta volar. Y sobre todo despegar. Feliz vuelo a Portimao y gracias por tus cartas.
Siempre se agradece algo de optimismo... ¡Los nostálgicos somos a veces un poco haters!
Yo creía que tenía miedo a volar hasta que me embarqué en un Miami-Madrid, en plena pandemia, con un niño de 3 años, y otro de 6 meses. Sola. Se me caían las lágrimas mientras, una persona de seguridad, me sacaba uno a uno los biberones perfectamente ordenados de la mochila 🫠 Ese día no me faltaba dignidad, lo que me faltaban eran manos, literal.
¡Imagino tu cara, como un poema!
Volar ha perdido gran parte de su magia y su glamour. Lo que antes era exclusividad, lujo y aventura, se ha convertido en un mercadeo plagado de trampas.
A todo lo que has comentado, yo añadiría la cada vez más frecuente posibilidad de que te cambien o cancelen un vuelo. Incertidumbre añadida a todo lo demás.
Menos mal que hay otros medios. Y menos mal que el destino elegido suele compensar el pequeño suplicio.
Tienes toda la razón: para casi cualquiera, lo peor es que se pierda la magia. Esperemos que los destinos tampoco la pierdan...
Volar, ese suplicio tan antinatural como necesario. ❤️
Yo ya en la carrera con las Torres! Que genial haber viajado con los Beatles -ahora hay mucho maleducado y no son ni la mitad de la mitad de lo que fueron ellos-
¡Vaya sorpresa saber que entre mis lectoras más asiduas hay varias exazafatas! Pocas profesiones tienen un contacto tan cercano y salvaje con el género humano... ¡Cuántas historias debéis de tener!
Yo no soy ex azafata jajaja.
¡Entonces la que podrá contarnos es Ana Ruth!